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10 Cosas que no sabia de la maternidad

    1. Mi cuerpo cambió más de lo que esperaba

    Sabía que el embarazo iba a provocar cambios en mi cuerpo, como el aumento de peso, las estrías o las varices, pero no me imaginaba que algunos de esos cambios iban a ser permanentes o que iban a afectar a otras partes de mi anatomía. Por ejemplo, ¿sabias que durante el embarazo se produce una migración de células fetales hacia la madre a través de la placenta, y que algunas de esas células se incorporan al tejido cardíaco y permanecen en el corazón de la mamá durante mucho tiempo, quizás hasta el resto de su vida? O que el embarazo puede aumentar la miopía, ya que las hormonas provocan una retención de líquidos que altera la forma y el grosor de la córnea? O que los pies pueden crecer hasta una talla más, debido al aumento de peso y a la relajación de los ligamentos? Estos son solo algunos ejemplos de cómo la maternidad deja una huella imborrable en nuestro cuerpo, que debemos aprender a aceptar y a querer.

    2. Mi cerebro también cambió, y para mejor

    Otra cosa que no sabía de la maternidad es que no solo afecta a nuestro cuerpo, sino también a nuestro cerebro. Un estudio reveló que el cerebro de una mamá experimenta cambios en áreas relacionadas con la empatía, que se mantienen hasta dos años después del nacimiento de sus bebés, y que aumentan su capacidad para detectar su estado de ánimo o posibles amenazas en el entorno. Además, la maternidad también mejora nuestra memoria, nuestra creatividad y nuestra inteligencia emocional, ya que nos obliga a adaptarnos a nuevas situaciones, a resolver problemas y a conectar con nuestros hijos. Así que, lejos de lo que se dice, la maternidad no nos vuelve más despistadas o menos inteligentes, sino todo lo contrario.

    3. Mi relación de pareja se puso a prueba

    Otra cosa que no sabía de la maternidad es que iba a afectar a mi relación de pareja, y no siempre para bien. La llegada de un hijo supone un cambio radical en la dinámica de la pareja, que pasa a tener nuevas responsabilidades, preocupaciones y prioridades. Esto puede generar estrés, cansancio, falta de comunicación, pérdida de intimidad y de complicidad. Por eso, es importante cuidar la relación de pareja, dedicar tiempo a estar juntos, hablar, escuchar, apoyar, comprender y expresar el amor. También es importante repartir las tareas domésticas y el cuidado del bebé de forma equitativa, para evitar resentimientos o sobrecargas. Y, por supuesto, no olvidar que, además de padres, somos personas, con nuestras propias necesidades, gustos y aficiones, que debemos respetar y cultivar.

    4. Mi red de apoyo fue fundamental

    Otra cosa que no sabía de la maternidad es que iba a necesitar más que nunca el apoyo de mi familia, mis amigos y de otras mamá. Ser mamá es una tarea maravillosa, pero también agotadora, que requiere mucha dedicación, paciencia y energía. Por eso, es fundamental contar con personas que nos ayuden, nos aconsejen, nos escuchen y nos acompañen en este camino. No hay que tener miedo ni vergüenza de pedir ayuda cuando la necesitamos, ni de aceptarla cuando nos la ofrecen. Tampoco hay que aislarse ni renunciar a nuestra vida social, sino buscar espacios y momentos para compartir con otras personas que nos entiendan y nos aprecien. La maternidad no tiene por qué ser una experiencia solitaria, sino todo lo contrario.

    5. Mi instinto maternal se despertó

    Otra cosa que no sabía de la maternidad es que iba a desarrollar un instinto maternal que me iba a guiar en muchas de las decisiones que tomaba respecto a mi hijo. Aunque leí libros, revistas y blogs sobre el embarazo, el parto y la crianza, me di cuenta de que muchas veces la mejor fuente de información era mi propia intuición. Nadie conoce mejor a mi hijo que yo, y nadie sabe mejor lo que necesita o lo que le conviene. Por eso, aprendí a confiar en mi instinto, a escuchar mi voz interior y a seguir mi corazón. Por supuesto, esto no significa que no me informe, que no consulte o que no acepte otras opiniones, sino que simplemente las filtro y las adapto a mi realidad y a la de mi hijo.

    6. Mi hijo me enseñó muchas cosas

    Otra cosa que no sabía de la maternidad es que iba a aprender muchas cosas de mi hijo, tanto o más que él de mí. Mi hijo me enseñó a ver el mundo con otros ojos, a valorar las cosas simples, a disfrutar del presente, a reír, a jugar, a soñar, a sorprenderme, a emocionarme, a perdonar, a agradecer, a ser más humana. Mi hijo me enseñó a ser mamá, pero también a ser mejor persona. Mi hijo me enseñó a amar de una forma que nunca había imaginado, un amor incondicional, profundo y eterno, que me llena de felicidad y de sentido.

    7. Mi hijo me puso a prueba

    Otra cosa que no sabía de la maternidad es que iba a enfrentarme a muchos retos y dificultades que pondrían a prueba mi paciencia, mi tolerancia, mi autoestima y mi fortaleza. Ser mamá no es fácil, y hay momentos en los que se siente frustración, culpa, miedo, tristeza, soledad, rabia o impotencia. Hay momentos en los que se duda, se llora, se grita, se desespera o se arrepiente. Hay momentos en los que se quiere tirar la toalla y escapar. Pero también hay momentos en los que se supera, se aprende, se crece, se perdona, se celebra o se agradece. Hay momentos en los que se siente orgullo, alegría, paz, ilusión, esperanza o amor. Hay momentos en los que se abraza, se besa, se acaricia, se consuela o se admira. Hay momentos en los que se vive.

    8. Mi hijo me cambió la vida

    Otra cosa que no sabía de la maternidad es que iba a cambiar mi vida por completo, y para siempre. Desde que soy mamá, nada es igual que antes. Mi rutina, mis horarios, mis planes, mis prioridades, mis gustos, mis valores, mis proyectos, mis sueños… Todo se ha transformado por y para mi hijo. He tenido que renunciar a muchas cosas, pero he ganado otras muchas más. He perdido parte de mi libertad, pero he encontrado más plenitud. He dejado de ser yo, pero he sido más yo que nunca. He cambiado mi vida, pero he dado vida.

    9. Mi hijo me hizo feliz

    Otra cosa que no sabía de la maternidad es que iba a ser la fuente de mi felicidad. A pesar de todos los desafíos, sacrificios y dificultades que implica ser mamá, nada se compara con la alegría y el amor que siento por mi hijo. Cada sonrisa, cada abrazo, cada palabra, cada gesto, cada logro, cada momento compartido con él, me llena de satisfacción y de orgullo. Mi hijo es uno de mis mayores regalos, una gran bendición y una de mis más grandes motivaciones.

    10. Mi hijo me hizo crecer

    La última cosa que no sabía de la maternidad es que iba a ser una oportunidad de crecimiento personal y espiritual. Ser mamá me ha hecho reflexionar sobre quién soy, qué quiero, qué creo y qué sentido tiene mi vida. Ser mamá me ha hecho enfrentarme a mis miedos, a mis límites, a mis errores y a mis sombras. Ser mamá me ha hecho desarrollar virtudes como la paciencia, la humildad, la generosidad, la compasión y la gratitud. Ser mamá me ha hecho conectar con mi esencia, con mi alma, con mi divinidad. Ser mamá me ha hecho evolucionar.

    Conclusión

    Estas son algunas de las cosas que no sabía de la maternidad y que me sorprendieron, pero estoy segura de que hay muchas más. La maternidad es una aventura única e irrepetible, que nos cambia, nos reta, nos enseña y nos hace felices. Cada mamá vive su maternidad de forma diferente, pero todas compartimos algo en común: el amor por nuestros hijos. Y ese amor es el motor que nos impulsa a seguir adelante, a superarnos, a aprender y a crecer.

    Espero que les haya gustado este articulo y que les haya servido de ayuda o de inspiración. Me encantaría saber sus opiniones, experiencias y consejos sobre la maternidad, así que las invito a que dejen sus comentarios abajo. También pueden compartir esta articulo con otras mamis que crean que les pueda interesar. Y, por supuesto, no olvidéis suscribirse a mi newsletter y seguirme en mis redes sociales para estar al día de todo lo que publico.

    Muchas gracias por leerme y por su apoyo. Hasta la próxima. 💕

    Con mucho cariño,

    Yoselyn Leon.